viernes, 5 de abril de 2013

Malvinas: Un caso de estudio (3/3)

Malvinas: un caso de estudio 
Viene de Parte 1 - Parte 2
Parte 3/3
Por
Harry Train,
Almirante USN 


Análisis crítico del Conflicto de Malvinas. Abarca cronológicamente desde los incidentes previos hasta la finalización de la batalla por Puerto Argentino. Estratégicamente comprende los niveles de estrategia general, militar y operacional. El análisis considera los conceptos de la operación desde la óptica de cada bando. 


Goose Green 
Con pérdidas de buques y aviones en aumento el acrecentamiento de la logística en San Carlos continuó a ritmo de serpiente, mientras los buques transportando refuerzos se hallaban aún demasiado distantes como para garantizar una fuerte acometida contra Puerto Argentino. 
En esa circunstancia, el Parlamento Británico percibió que la opinión pública reclamaba una rápida victoria terrestre para justificar la creciente pérdida de buques en el conflicto de Malvinas. 
Esta percepción finalmente determinó la decisión política de atacar la guarnición argentina de Goose Green. Esta decisión fue un claro ejemplo del accionar de políticos que se supone no desean conducir desde atrás la guerra, pero que son incapaces de contener sus frustraciones políticas motivadas en este caso por la inacción de las fuerzas desembarcadas en San Carlos. El ataque a Goose Green se produjo como resultado de la necesidad política de atacar y derrotar a los argentinos en algún lugar, lo antes posible. El hecho de que Goose Green era un objetivo estratégico y tácticamente irrelevante para el resultado general de la campaña de reocupación de las Malvinas, se consideró no pertinente. 
La batalla en sí produjo dos hechos que en sí produjo dos hechos que interesa señalar: 

Previo al ataque a Goose Green la BBC informó la peligrosa aproximación de tropas británicas a ese lugar. De ello resultó el refuerzo del área por los argentinos antes del ataque. Este es un ejemplo del creciente problema que plantea la necesidad de reconciliar el rol de los medios masivos de información y sus necesidades de capacidad para informar instantáneamente, con los requerimientos de secreto que siempre han demandado las operaciones militares. 
La rendición de las tropas argentinas en Goose Green se produjo justamente cuando el jefe británico se consideraba en el límite de su capacidad para seguir combatiendo. 



El avance hacia Monte Kent 

El avance sin oposición de los británicos desde San Carlos hasta las proximidades de Puerto Argentino, a cincuenta millas de distancia, merece ser señalado sólo por la temeridad con que estos afrontaron esa travesía a pie, sobre terreno rugoso y bajo terribles condiciones meteorológicas. La falta de movilidad como para satisfacer las requerimientos logísticos y tácticos simultáneamente, determinó que el avance se hiciera a pie o que no fuera posible hacerlo. 
El planeamiento que se había hecho para la ofensiva terrestre, estaba basado en la idea de que el avance de la fuerza debía cumplirse mediante saltos de rana, utilizando helicópteros para mover tropas y equipos sobre el difícil terreno. La imprevista alta demanda de los escasos helicópteros disponibles, para efectuar tan sólo el aprovisionamiento de las tropas y la pérdida de los tres grandes Chinooks en el Atlantic Conveyor, hizo tomar rápida conciencia de que el avance hacia Puerto Argentino debía efectuarse por otros medios. 


El desembarco en Fitzroy (Bluff Cove) 

Al arribo de los refuerzos (Quinta Brigada) a Malvinas, los británicos enfrentaron la decisión de su oportuna utilización para el avance hacia Puerto Argentino. 

Las dos alternativas básicas eran conservarlos embarcados como una reserva para apoyar cuando fuera conveniente a las fuerzas que estaban ya operando, o usarlas en un segundo desembarco, fuera al noreste y suroeste de Puerto Argentino, a fin de abrir un segundo eje de avance sobre el objetivo. Dada la falta de recursos, principalmente armas antiaéreas para apoyar un segundo desembarco, esta idea fue inicialmente rechazada y elementos de la Quinta Brigada comenzaron a ser desembarcados en San Carlos el 1° de junio. 

Como frecuentemente ocurre en las guerras, imprevistos eventos guiaron la subsiguiente toma de decisión para el empleo de la Quinta Brigada: el plan tentativo era que elementos de la Quinta Brigada se trasladaran de San Carlos a Fitzroy vía Goose Green para formar la punta de lanza más al sur del avance final sobre Puerto Argentino desde esa posición. En un principio se había pensado que el movimiento inicial hasta Goose Green podría ser hecho con helicópteros, pero ello como se comprobó en seguida, resultó imposible porque la totalidad del puente aéreo disponible era requerido para apoyar la Tercera Brigada de Comandos, que en ese momento se movía hacia Monte Kent y Puerto Argentino desde el oeste noroeste. 

En lo que puede calificarse como un arrojado movimiento o también como una grave demostración de irresponsabilidad, elementos del Segundo Batallón de Paracaidistas que se mantenía en descanso en Goose Green luego de la batalla que allí se realizara, se desplazaron en helicópteros británicos obtenidos mediante un golpe de mano hasta Fitzroy e hicieron allí un desembarco sin oposición en las últimas horas del 1° de junio. Esto enfrentó a los planificadores británicos con una espada de dos filos. Por una parte la posición de Fitzroy obtenida sin bajas representaba un significativo salto hacia el objetivo final. Por otra parte, el Segundo Batallón estaba ahora expuesto a ataques enemigos o bombardeo a millas del más cercano apoyo británico. La idea de consolidar la posición del 2 Batallón de paracaidistas en Fitzroy guió el pensamiento durante los días subsiguientes. 

Enfrentados con insuficiente apoyo de helicópteros para mover el resto de la Quinta Brigada sobre el abrupto suelo entre San Carlos y Fitzroy, y con el requerimiento de reforzar la posición británica en Fitzroy lo antes posible, a disgusto, los planificadores decidieron recurrir a un movimiento por mar. Así la duda británica sobre la conveniencia o no de efectuar un segundo desembarco, había sido disipada por el curso de los acontecimientos. 

El intento de desembarco en Fitzroy se convirtió en un desastre. La operación se realizó utilizando sólo buques auxiliares de desembarco sin apoyó antiaéreo o de comando y control de unidades navales principales. La coordinación con las fuerzas ya ubicadas en Fitzroy fue inexistente. En la tarde del 8 de junio el LSD Sir Galahad sin protección antiaérea, fue atacado por la aviación argentina mientras desembarcaba tropas, en la Bahía de Fitzroy, lo que significó la pérdida de 51 hombres. 

Fitzroy desde la perspectiva argentina 

Desde el punto de vista argentino, el análisis de Fitzroy se centró sobre el tema de por qué las fuerzas argentinas de tierra no aprovecharon las ventajas que les daba el exitoso ataque aéreo contra las fuerzas británicas en Bluff Cove y Fitzroy y contraatacaran. 

Los jefes militares argentinos en Malvinas, racionalizaron su decisión de no efectuar ese ataque, diciendo que Bluff Cove estaba a 16 km. hacia el suroeste. Una avanzada de tropas británicas se hallaba entre Puerto Argentino y Bluff Cove. El Ejército argentino en Malvinas contaba sólo con artillería de 105 mm con alcance de 10 a 12 Km. Había dos o tres piezas de 155 con alcance de 20 Km., pero eran insuficientes para apoyar una acción a 16 Km. de la base de Puerto Argentino. Hubiese sido necesario retirar un batallón de la defensa de Puerto Argentino y esa unidad hubiera sido atacada por las fuerzas británicas de cobertura, mientras enfrentaban al batallón que desembarcaba. Por último, el batallón ubicado como para efectuar ese movimiento, hubiera sido el 5° de Infantería de Marina una unidad de elite que hubiera debido dejar su posición clave en la cima de Tumbledown Mountain. 

La verdad es que por dos veces la victoria pendió de un hilo, en Goose Green y en Bluff Cove y los argentinos no supieron cortar ese hilo. 

El asalto final a Puerto Argentino 

Los británicos estaban ahora en posición para montar la fase final del ataque a Puerto Argentino. 

Enfrentaban 33 grupos de soldados enemigos totalizando 8400 hombres, equipados con cañones pesados y amplio amunicionamiento, atrincherados en posiciones que venían fortificando desde hacía seis semanas. 

A pesar de que los argentinos habían sido pasivos hasta este momento, la perspectiva de tener que atacar con limitaciones de medios de movilidad y ni remotamente en capacidad como la que se supone debe poseerse para atacar en fuerza a un enemigo bien armado y atrincherado, distaba mucho de ser atractiva. 

Los británicos iniciaron su avance sobre Puerto Argentino con una serie de ataques nocturnos el 11 de junio, contra los montes Longdon, Harriet y Two Sisters, que componían la siguiente línea de alturas entre las posiciones británicas y Puerto Argentino. 

Alguna firme resistencia se encontró durante los ataques a los montes Harriet y Two Sisters, pero los británicos pudieron conquistar esas posiciones con mínimas pérdidas. El ataque a Monte Longdon encontró mucho mayor resistencia y los objetivos fueron alcanzados luego de feroz lucha y con muchas bajas. Luego se supo que Monte Longdon había sido defendido por una unidad de primer orden de Infantería de Marina que irónicamente había sido colocada inicialmente en esa posición por que los jefes de Ejército no la habían computado como unidad de primera línea. El plan original preveía mantener a los Infantes de Marina en reserva para la defensa de Puerto Argentino de ataques británicos desde el mar. Aunque los británicos nunca atacaron desde el mar, esa unidad nunca fue desplazada de esa posición inicial al oeste de Puerto Argentino. 

La fase final del ataque británico comenzó al atardecer del 13 de junio con ataques nocturnos en la línea de colinas ubicadas en las proximidades y al oeste de Puerto Argentino. Los objetivos iniciales fueron Wireless Ridge y Tumbledown Mountains. Dada la superioridad de fuego británico y una defensa menos que decidida, Wireless Ridge sucumbió rápidamente. Pero Tumbledown Mountain cayó sólo luego de fieros combates que demostraron una vez más la indiscutible calidad del soldado argentino y la incapacidad de los británicos para prever esa clase de resistencia en alguna determinada acción. 

Poco después de que los británicos tuvieron éxito en la toma de Two Sisters, corrió la voz en la mañana del 14 de junio de que los argentinos estaban en retirada hacia Puerto Argentino. 


Efectividad de la organización de la Junta Argentina 

Una serie de viñetas demuestran el poco éxito de la Junta en su función: 

- A lo largo de la guerra en el mar, la Armada Argentina fue advertida de vuelos no coordinados de la Fuerza Aérea. 

- La Fuerza Aérea se negó a informar al Comandante del Teatro vicealmirante Lombardo, sus avistajes y contactos. 

- Las Fuerzas Conjuntas en Malvinas no pudieron ejercer control aéreo sobre los aviones de la Fuerza Aérea volando sobre las islas o en sus proximidades. 

- La Fuerza Aérea envió 10 aviones Pucará a Malvinas sin consultar al Comando de Teatro. 

- El Comandante de las Fuerzas del Ejército en Malvinas hacía caso omiso del Gobernador y recibía órdenes del Jefe del Estado Mayor de Ejército en Buenos Aires. 

- Cuando la Armada Argentina tenía dificultad en la obtención de datos posicionales del HMS Invencible, tuvo que "invadir" la central de Información de Combate en Puerto Argentino para descubrir que el personal de Fuerza Aérea que manejaba el CIC, borraba la derrota seguida por los aviones británicos luego de cada ataque aéreo. El personal naval comenzó a conservar la información sobre el recorrido de cada raid, y así logró determinar por donde aparecerían todos ellos sobre el horizonte. Fue a partir de ese tipo de análisis, que pudieron describir una especie de "banana geográfica" que definía la probable posición de los portaaviones. Esta fue la metodología "ad hoc" que permitió a la Armada lanzar el ataque que dio por resultado el hundimiento del Atlantic Conveyor. 

- En general los ataques aéreos contra la Fuerza de Tarea británica lanzados desde tierra, fueron dispuestos y partieron desde el continente sin la necesaria coordinación con los comandos argentinos en las islas, ni con las fuerzas a las que la aviación basada allí estaba apoyando. 

- Lo mismo cabe decir con respecto a los escasos raids que fueron lanzados contra las cabezas de playa británicas. La Fuerza Aérea Argentina afirmó al comenzar las acciones: "Si la Flota Británica aparece , nosotros podemos destruirla: esta mentalidad dominó su acción a lo largo de todo el conflicto 

Interpretación argentina de la reacción de EE.UU. 

Los dirigentes políticos argentinos en sus cálculos de riesgos estaban firmemente convencidos de que en la eventualidad de un conflicto entre Argentina y Gran Bretaña, los EE.UU. iban a mantener una posición neutral. Nunca esperaron que los EE.UU. los apoyara pero previeron una postura neutra. 

A este respecto, su evaluación histórica se apoya demasiado en la experiencia de Suez y no suficientemente en mas significativas lecciones derivadas de los mutuos intereses políticos y militares de EE.UU. y Gran Bretaña. El almirante Anaya citó como evidencia de la` previsible neutralidad de EE.UU. la impresionable sucesión de visitas a Argentina en 1981, de comandantes militares y de políticos con rol clave en la política de EE.UU., como demostración del desarrollo de intereses comunes entre EE.UU. y Argentina. 

Cuando EE.UU. se inclinó hacia Gran Bretaña la única forma racional en que esto pudo ser comprendido por Argentina fue la teoría de la "manipulación". Los participantes en esta maniobra eran el gobierno conservador de Gran Bretaña, la Royal Navy y el Departamento de Estado. 

Los argentinos estaban convencidos de que Gran Bretaña quería la guerra. Y la querían para distraer la atención del Partido Laborista, de las huelgas de las minas de carbón y de la declinante confianza en el gobierno conservador. La Royal Navy, ellos pensaban, quería la guerra para restablecer la confianza británica de su rol como defensora de los intereses británicos a lo largo del mundo y para contrarrestar la reducción del rol y dimensión de la Flota. 

Y creían que los británicos habían sido capaces de seducir al Departamento de Estado de los EE.UU. para que los apoyara en esa manipulación. 

Conclusión 

El conflicto de Malvinas, brinda muchas lecciones políticas y militares, no sólo para los participantes sino también para otras naciones que deben mantener fuerzas terrestres navales y aéreas para defender sus intereses y respaldar sus objetivos políticos: 

- Los submarinos nucleares son excelente elemento de combate, pero no cumplen bien la función de presencia naval en tiempo de paz. 

- La fuerzas de superficie son esenciales para la proyección de fuerzas anfibias, pero deben tener los medios para defenderse contra submarinos modernos y modernos misiles y aviones. 

- La aviación táctica con base en tierra empleada en la conducción de una campaña naval, debe ser adiestrada rutinariamente en el uso de armamentos y tácticas contra fuerzas navales. 

- Las debilidades enemigas deben ser explotadas cada vez que se las detecte, aunque los planes militares deban modificarse para ello. Cuando la suerte del adversario pende de un hilo, lo más fácil para vencer es cortar ese hilo. 

- La logística gana o pierde. 

- Las Marinas no ganan guerras, pero la falta de una marina adecuada puede hacer perder la guerra. La Royal Navy no ganó el conflicto de Malvinas, pero pudo haber sido la causa de que Gran Bretaña lo perdiera. El Ejército Británico ganó, para Gran Bretaña el conflicto de Malvinas y lo hizo con y sólo con el apoyo de la Royal Navy. 

- Un bien integrado Poder Aéreo es esencial tanto para el Ejército como para las Fuerzas Navales. 

- El Poder Aéreo no se compone sólo de bombardeos o aviones de ataque, o de cazas e interceptores, o de aviones de contramedidas electrónicas. Es una mezcla de todos. El que no lo comprenda así, no ha entendido ni las lecciones de la Segunda Guerra Mundial, ni las de Malvinas. 

- La capacidad de los ejércitos, marinas y fuerzas aéreas para operar en conjunto es el "sine qua non" de la guerra. 

- Los comandos militares responsables, deben tener diálogo fluido con las autoridades políticas y asesorarlas y las autoridades políticas deben escucharlos aunque no necesariamente seguir sus consejos. 

- Es crucial que las autoridades políticas informen a los dirigentes militares de aquellos objetivos políticos que se persigue lograr, mediante el uso de la fuerza militar. 

- Comando efectivo, control y comunicaciones son las herramientas fundamentales que permiten a las autoridades militares y a las autoridades políticas trabajar en armonía. 

- Y finalmente en esta era tecnológica, los militares deben conocer sus armas. Pericia y coraje no son suficientes. El extremo puntiagudo de la lanza, son las armas, sean estas misiles, bombas, torpedos, granadas de mano o minas.

Boletin del Centro Naval 748 (1987)

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